Intempestivo

Recién venía caminando a la madrugada. No es luna llena pero casi. Pensé que podría estar acá, allá, que incluso si quisiera algún día podría estar en la luna. Pero no importa, pensé, porque donde esté igualmente me faltaría algo. No tiene sentido, pero lo pensé.

La flecha del tiempo

Aclaro desde este instante que este post va a tener de mediano a poco rigor científico, porque a veces estoy in the mood para la ciencia, a veces in the mood para otras cosas, ya veces 50/50. Esto es medio 50/50. En algún que otro libro de divulgación se pueden encontrar diversas discusiones sobre por qué «el tiempo siempre va para adelante». Dado que es una «dimensión mas», y en el resto de las dimensiones (espaciales) uno puede moverse en un sentido y en el otro, ¿por qué el tiempo siempre parece ir en un único sentido? ¿Qué implicancias tendría si el flujo pudiera ser bidireccional?.

Y ahí aparecen las discusiones sobre las flechas del tiempo, que si tienen que ver con la termodinámica, con que la entropía siempre aumenta, con la expansión del Universo, etc. En algunos modelos de Universo cíclico, el Universo arranca con un Big Bang, se expande, hasta que finalmente la gravedad causada por la materia que contiene al Universo logra frenar la expansión y revertir el proceso. Ese Universo colapsa, terminando en una singularidad, el Big Crunch, o el Punto Omega (siendo el Big Bang el Punto Alfa). No hay evidencia física dura de que ese sea el destino de nuestro Universo, es solamente un modelo, una hipótesis. Lo que alimenta la ciencia ficción son las concepciones sobre qué pasaría en el instante en que el Universo empieza a contraerse. ¿Se da vuelta la flecha del tiempo? Es decir: ¿A partir de ese instante todo empieza a ir hacia atrás? Es una pregunta interesante que podríamos abordar desde la física. Pero hoy hasta ahí llegó la ciencia. Se los dejo planteado y al que le interese que averigüe, o tal vez en algún momento empiece a escribir algo al respecto.

Pero hoy nos convoca esta linda canción. Es una perspectiva distinta de lo mismo. El escenario es exactamente ese, el Universo va hacia atrás, todo va hacia atrás. Pero es una linda vuelta de tuerca sobre relaciones rotas. La letra dice:

I’ll give you each love letter back
We’ll laugh before every joke is told
We’ll pose after every photograph
Has been removed from the negative

With every smile we lose a line
Watch the stars fall back into the sky
Cork the wine
Unbake a cake
Take the dog back to the RSPCA

But I don’t mind losing you this time

I’ll meet you coming backwards
I’ll meet you coming back
When the universe has expanded
Time will contract
You’ll come back
I’ll meet you coming backwards
Next time

We make-up start an argument
Tears crawl back into your…
I turn from a friend
Of your friend
Unintroduced
Forget your name forevermore

But I don’t mind losing you this time

I’ll meet you coming backwards…
Yes I’ll meet you coming back
But we move forwards
Into emptiness
Into the void
Into the universe

We’ll part as happy strangers
From a long friendship
That grew from
Such a love

We’ll part as happy strangers from a long friendship that grew from such a love. Por un lado me pega como una imagen cuasi-feliz, por el otro cuasi-nostálgica. Me pareció una de las mejores conjunciones de «poesía» y «ñoñez» de las que me crucé en los últimos tiempos. Suspenda todo raciocinio por un tiempo e imagínese si efectivamente fuera a pasar así. Si esto fuera real. Si efectivamente pasara por el trago amargo de la ruptura para después vivir todo con intensidad y simplemente terminar desapareciendo tranquilamente en el horizonte del otro. Qué flash.

Un año en transición

El último disco de Pink Floyd, hasta hace poco, era The Division Bell. El último tema, High Hopes (un tema increíble, que cada vez que veo PULSE, entre la música y ese solo tremendo de Gilmour y las imágenes, se me eriza la piel un 400%). Y la última línea del último tema del último disco de High Hopes era «forever and ever». Y por algún motivo me parecía increíblemente acertado, apropiado, justo, casi cósmico y perfecto que así fuera. Pink Floyd, forever and ever.

Y de repente anuncian disco nuevo. Que van a usar cosas viejas, regrabar cosas nuevas, que casi todo instrumental. Y pensé que si era todo instrumental, forever and ever iba a seguir siendo forever and ever. Pero no, iba a haber un tema cantado. Entonces, qué iba a reemplazar forever and ever como la última cosa cantada en el último tema del último disco de Pink Floyd? (sí, sí, ya sé que uno puede gastar ciclos de pensamientos en cosas totalmente intrascendentes, pero no es que pensaba en esto todo el tiempo, solo era algo que me generaba curiosidad).

Pensé que nada iba a convencerme del todo. Y resulta que es louder than words. Louder than words. De hecho hacia el final tira

The sum of our parts
The beat of our hearts
Is louder than words
Louder than words

Louder than words
This thing they call soul
Is there with a pulse
Louder than words
Louder than words

Y saben qué? Me pareció perfecto. Increíblemente fitting. Ahora que lo pienso, «forever and ever» suena a algo casi afuera del tiempo, fijo tal cual es y para siempre. Y está bueno sacudir un poco las cosas. Ahora lo sé.

Es casi inevitable, llegado un fin de año, no hacer una especie de balance. Y el 2014 fue, sin lugar a dudas, uno de los años que más se sacudieron las cosas. Tal vez no cataclísmicamente, en algunos aspectos fue casi a modo de fractura, en otros fue un movimiento casi imperceptible y constante. Y ahora heme aquí, habiendo terminado el año en un lugar tan pero tan distinto de dónde lo había empezado. Hace poco tiempo escribí un post sobre lo interesante que sería vivir en un mundo en transición, un mundo en el que de repente se descubran cosas nuevas que modifiquen radicalmente nuestra visión del mundo. El otro día lo releí. Creo ahora que claramente estaba hablando de mi necesidad de estar en transición y me resultó evidente que uno a veces tiene necesidad o ansias de ciertas cosas y las termina expresando como puede. La verdad es que no se necesita que vengan los extraterrestres o que toda la física de la historia del mundo esté mal o que se descubran universos paralelos para vivir en un mundo en transición. No se necesita que el mundo cambie para uno sentir cosas nuevas. Es simplemente cuestión de estar uno mismo en transición. Ahora lo sé. Cuando en un mismo año lo personal, lo laboral y casi todos los aspectos de la vida de uno se mueven para todos lados, se siente un poco de desconcierto y algo de miedo, indudablemente. Pero la sensación de satisfacción que genera el hecho de que las cosas hagan «click» es mayor que cualquier otra. Nada mejor que tener muchos y variados proyectos. Y obviamente, concretarlos. El más bizarro tiene que ver con llevar la difusión de las cosas ñoñas de este blog (solo las ñoño-científico-nerd, todas las otras más contemplativas y reflexivas seguirán acá desde el anonimato) al recontra super next-level. Irían a ver una obra de teatro sobre los descubrimientos científicos más grandes de la historia? Y si escribo el guión? Y si encima actúo? Je… un año en transición.