Horror vacui

El hombre. Curiosa criatura que creó un Dios que lo creó a él, porque le molestaba no tener una explicación sobre preguntas existenciales tan profundas como “¿Por qué estoy acá?”. Qué hacer ante el desconocimiento? Dios. Un dios. Muchos dioses. Algo. La erupción de un volcán? Dios. Un rayo! Dios. Un terremoto! Dios. De dónde vengo? Dios. Pero no, este no es un post sobre Dios, ni religión, ni nada por el estilo (de esos hay varios). Es un post sobre la incomodidad de ese vacío. Vacío provocador, vacío que llama a ser llenado. Invita. Empuja. Aprieta. Incomoda. Cómo cuesta aceptarlo… Todo vacío, toda ausencia. A pocos temas se les debe haber dedicado más páginas en libros de filosofía que al “ser” y a la “nada”. Porque, let’s face it, cada vez que se habla del ser, se habla de la nada, ya que cada concepto contiene a su antípoda.

Aristóteles dijo “la naturaleza aborrece al vacío”. Qué impertinencia! Un hombre auto-adjudicándose la capacidad de saber/decidir qué es aquello que la propia naturaleza aborrece. Obvio que en realidad el hombre aborrece al vacío, y en su aborrecimiento del vacío, en su infinitesimalmente pequeña capacidad de salirse de sí mismo, si él aborrece al vacío, todo debe aborrecer al vacío. Y esa percepción duró varios siglos.

Los vacíos explicativos no son los únicos que molestan. Toda ausencia. La muerte. La falta de trabajo. Amistad, pareja. Una separación. La carencia es uno de los motivos principales (diría él principal, pero la verdad, no lo sé) de angustia en nosotros (vamos a considerar que la naturaleza, aunque aborrezca el vacío, al menos no se angustia). Molestan esos vacíos. Y entonces tratamos de meter con calzador cualquier cosa, con tal de emparchar. Mierda que molesta el vacío. Mierda que molesta la soledad. Mierda que molesta “la ausencia de”.

Y como nos molesta, la proyectamos por todos lados. Bien animista, por supuesto. Y la naturaleza aborreció el vacío hasta que apareció Galileo (Galileo capo si los hay). Alguna vez me imagino (si me dice que no, no le creo), chupó algo con una bombilla. Pajita. Palote. No sé, es de esas cosas que tiene demasiados nombres distintos dependiendo del país. ¿Si usted chupa de su botella de agua con una pajita, por qué sube el agua por la pajita?. Pues es obvio!!! La comunidad científica del momento entendía que, en el momento de remover el aire de la pajita al hacer succión… uno estaba a punto de generar un vacío. El agua, al rescate, trepaba justamente para evitar que se produjera el vacío, porque, obviamente, la naturaleza aborrece el vacío. Eso sí, si usted tiene una pajita de 10 cm, observa ese fenómeno. ¿De 1 metro? También. ¿5 metros? Sure. Pero si su pajita mide, digamos, 12 metros (¿De dónde sacar una pajita de 12 metros, no?), el líquido no sube más que 11 metros. No mas. Por más succión, por más fuerza, por más lo que sea. Ante esto, Galileo dijo algo así como “La naturaleza aborrece al vacío, pero por algún motivo solamente hasta los 11 metros”, obviamente a modo irónico.

¿Por qué no sube el agua más de 11 metros? Bueno, hoy se sabe (y hace mucho se sabe) que en realidad  tiene que ver con la presión atmosférica ejercida sobre el líquido. Pero me parece tan aburrido hablar de eso ahora que tengo miedo de hacerlo y quedarme dormido delante del teclado. Si saco el aire… ¿no hay nada?. Ese vacío, es la nada?. Existe el vacío?

Bueno, nuestra concepción actual del mundo está lejos de creer que eso es un “espacio vacío”. Por tantas, pero tantas razones… Para empezar: por más que uno piense que “sacó todo el aire”, siempre quedan moléculas dando vuelta. Es dificil llevar la presión a ABSOLUTAMENTE CERO. Y la presión es eso. Microscópicamente, la presión no es otra cosa que el choqueteo de miles de millones de moléculas que se agitan térmicamente y chocan contra las paredes de donde sea que estén. Cuando usted infla un globo, hace eso. Sopla, mete aire en el globo, y ese aire choca contra la goma hasta que la presión adentro de globo y afuera es la misma (en realidad falta la tensión superficial… pero esa es otra historia). Y si sopla mas, hay mas aire, el globo se expande. Pero no voy a escribir un post sobre inflar globos.

Saquemos las moléculas. Consigamos una bomba tan, pero tan tan tan tan tan potente que sea capaz de sacar “todas” las moléculas. Hay espacio vacío? Ahí está la nada? Y no, no vamos a ir por la senda de “si está lleno de “nada”, entonces está lleno de “algo” y no puede no haber nada”, porque es el tipo de silogismo que me genera violencia y se lo dejamos a otra gente. Nuestra concepción actual dice que eso no está vacío para nada. Para empezar, tiene espacio y tiempo. Desde Descartes, el espacio y el tiempo (¿le suenan los “ejes cartesianos”?) fueron el “escenario” en el cual los fenómenos físicos tenían lugar. Los objetos se “mueven” en el espacio, como si fueran los actores, y el espacio una especie de escenografía inerte para la gran obra de teatro del Universo. Sin embargo, desde la formulación de la Relatividad General, esa imagen cambió para siempre. Materia, energía, espacio y tiempo se comportan afectando las unas a las otras, de manera inseparable. Ya no mas un escenario en el que transcurre la acción. La materia curva el espacio… y hasta lo sacude! Me remito sin más al descubrimiento reciente de las ondas gravitatorias (quedará para otro post). El espacio-tiempo, incluso en ausencia de materia, está lleno de campos. Los campos se merecen otro post en algún momento, pasando de ser una mera herramienta matemática para describir fenómenos, a tener auténtica entidad física. E incluso, el vacío (tal vez el falso vacío?) es una sopa en contínua ebullición, ya que a través de distintos procesos, las fluctuaciones cuánticas permiten que “de la nada” se formen pares de partículas que luego se aniquilan entre sí (llamadas partículas virtuales). Eso quiere decir que en cualquier parte del universo, en este momento, seguramente hay moléculas dando vueltas, y aunque no las hubiera, está probablemente llena de neutrinos (Muchos, muchos, muchos, muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchos neutrinos están bombardeando su cuerpo en éste momento, proviniendo de algún rincón recóndito del Universo, pero agradezca que los neutrinos interactúan muy débilmente con la materia y usted ni se entera). Y si no hubiera neutrinos, seguro que está en plena ebullición con partículas que se crean y se aniquilan más rápido de lo que podemos llegar a imaginar, y si eso no pasara, están llenas de… espaciotiempo. La naturaleza aborrece el vacío? Maybe.

Y nosotros al parecer también. Pero no solo desde nuestra obstinación por llenar vacíos intelectuales y afectivos. Aborrecemos el vacío de formas mucho más sutiles. Y si no, no existiría el efecto Ganzfeld. ¿Y qué es el efecto Ganzfeld, se pregunta usted, querido lector?. El efecto Ganzfeld (escribir 3 veces al hilo efecto Ganzfeld (meta-nota: ya son 4) probablemente hable de una pobre calidad de estilo. So what?) es un tipo de alucinación que se puede generar a partir de la privación de estímulos. Hay varias formas de generarlo. Se tapan los ojos, se genera algún sonido de volumen bajo, y se deja a la persona inmovilizada en esas circunstancias. Se espera un tiempo. Eventualmente esa persona empieza a ver cosas. A escuchar cosas. Su cerebro empieza a completar (el cerebro siempre completa, o usted cree que lo que ve es lo que realmente ve y no lo que su cerebro le está completando? Perception is a tricky business). Y así se puede llegar a alucinaciones de todo tipo. El efecto se produce, según se cree, por “amplificación del ruido neuronal”. Es decir, nada está ABSOLUTAMENTE QUIETO, y las neuronas tienen su actividad basal todo el tiempo, que se encuentra totalmente eclipsada por la actividad de percibir estímulos. Pero cuando ningún estímulo queda… cuando queda la ausencia de estímulo, o la “nada”… esa actividad basal y despreciable, es lo único que hay. Y se amplifica. Y usted ve patrones geométricos y demás. Ante la nada… algo había.

Es gracioso cómo nuestra necesidad de “completar” se manifiesta en todos los ámbitos. En el mundo del arte, el horror al vacío se usa para describir obras en las cuales no hay espacios vacíos y se completa todo espacio con puntitos, rayitas, motivos varios. O incluso personajes, etc. En el arte precolombino hay muchísimos ejemplos de eso, y es solo uno de tantos

800px-Nasr_ol_Molk_mosque_vault_ceiling_2

aztec_calendar

Así que incluso en nuestras manifestaciones artísticas, odiamos el vacío.

Incluso más increíble: No solo “la naturaleza” aborrece al vacío, y nosotros como hijos de la naturaleza lo aborrecemos. Nuestros hijos artificiales aborrecen el vacío. Los hijos de los hijos de la naturaleza. Lo cual es notable.

Hace un poco mas de un año aproximadamente, Google empezó a diseñar una serie de algoritmos para sus motores de búsqueda de imágenes. Básicamente la idea era así: Si usted tipea “banana” en google y le pide que muestre imágenes, aparecen miles de imágenes de bananas. ¿Se puede diseñar un algoritmo para que, a partir de la palabra “banana” y todas las imágenes asociadas a “banana”, ese algoritmo pueda “conceptualizar” qué forma tiene “una banana cualquiera” (y ya no “esas bananas de las imágenes”), si no la “abstracción” del concepto banana? Powerful shit indeed. La cuestión es que lo que hace el algoritmo es tratar de sacar las generalidades de las imágenes y hacerse su propia representación de “árbol”, “casa”, “banana”, etc. Y hasta donde ví, las cosas era una mezcla de engendro con éxito. Esto es mucho más que una nota de color, ya que realmente, realmente, es algo que considero está yendo hacia la inteligencia artificial. Pero se desvía del punto. Manténgase conmigo. Algo que hicieron después es, “darle de comer” una foto, o fotos, de distintas cosas (sin el “nombre” asociado) y ver si podía identificarlo a partir de la “imagen conceptualizada”. Super interesante, etc etc, pero sigue sin ser lo que me interesa ahora. Lo otro que hicieron, y que me remite a Blade Runner es lo siguiente. (Primero, la aclaración, me remite a Blade Runner porque está basada en un libro que se llama “Do robots dream with electric sheeps?» (o algo así)). Se genera una imagen que no es otra cosa que ruido de estática. Como las teles viejas cuando no sintonizaban ningún canal. Es decir, ruido sin ninguna imagen discernible. Y se la da de comer al programa para ver “qué vé” (Si ésto le hace acordar a lo que escribí recién sobre amplificación de ruido neuronal, vamos bien). Y la computadora hizo… arte. “Soñó” por decirlo de alguna manera. Arte abstracto. A partir de muy pequeñas variaciones de tonalidades, etc, su ¿¿¿¿cerebro???? completó, dando lugar a imágenes muy hermosas, con híbridos de casas/montañas/árboles, y paisajes super distópicos.

9jealxm

A mi me parece hermoso. Y haciendo click acá tienen una galería completa de cosas que las computadoras «sueñan»

El universo aborrece (?) el vacío, nosotros aborrecemos el vacío, y nuestra producción intelectual aborrece el vacío, casi por carácter transitivo. Pero el único que se angustia somos nosotros.

La Bestia Negra

I come unhinged
How hard I can’t recall
I climb and I stumble and I crawl
Wings are singed
Like Icarus to fall
What’s left is a shadow of it all

La bestia negra. Alguien a quien se evita. Una causa de aversión. La fuente de nuestros sufrimientos.

La alegoría de la caverna. Vieja, muy vieja. Platón, otra vez. Hace poco, para hablar de Eros, «El Banquete». Hoy «La República». Pero como siempre, voy a tomarla de puntapié para hablar de lo que yo tengo ganas. Al que le interese en qué contexto, a qué venía, y por qué, le recomiendo que vaya y lea, no creo poder explicarlo mejor que él. Más allá de eso, me veo obligado a comentar mínimamente de qué viene:

En una caverna viven unos hombres. Siempre vivieron en esa caverna y no conocen otra cosa. No solo no conocen otra cosa, si no que están encadenados de manera tal que no pueden moverse, ni girar la cabeza, ni nada, salvo mirar la pared del fondo de la caverna.

Sobre esa pared, cortesía de un fuego que hay prendido cerca de la entrada, se proyectan las sombras de la gente que pasa por allí. Lo único que ven los prisioneros son esas sombras. Nada más. Esas sombras son la única «conexión» que esas personas tienen con el mundo, y como es lo único a lo que acceden, piensan que es lo único que hay.

Qué pasa si a uno se le rompen las cadenas? Si lo liberan? Entonces ese tipo tendría la posibilidad de, por primera vez, acceder a algo mas. Porque para él, antes la realidad eran las sombras en la pared. Supongamos que por un instante el tipo ve el fuego, y comprende automáticamente el concepto de sombra y se da cuenta que lo que veía era solamente «el espectro» de lo que había a sus espaldas… que accede a un nivel mayor de realidad. Y sale. Y ve las montañas, y ve el sol y las estrellas, y conoce todo un nuevo mundo, accede a a un nivel más profundo de «verdad». Qué hace el tipo? Se va a explorar «la realidad» o vuelve a buscar a sus compañeros? Platón dice que si vuelve y trata de convencer a los compañeros, trata de liberarlos, trata de contarles lo que hay, trata de ayudarles a hacerle ver «la realidad», los compañeros se burlarían de él. Dirían que se cegó mirando al Sol. Estarían reticentes a salir, estarían reticentes a salir de esa posición, no querrían que los perturben de su «comfort zone» (No creo que existía el concepto en época de Platón), y eventualmente llegarían a matarlo. Casi casi como Icaro, que termina muriendo por acercarse demasiado al Sol… (ando con ganas de escribir un post mitológico)

mito-de-la-caverna

Tal vez es una  alusión a Socrates y su condena a muerte bebiendo cicuta por su «corrupción» de los atenienses cuestionando a los dioses. Pero obviamente no es solamente eso. Interpretaciones hay muchas, muchísimas posibles. La transpolación a la actualidad es clarísima. Uno puede pensarlo de mil formas posibles. Las sombras en la pared de la caverna puede ser lo que nos venden los medios de comunicación, puede ser la tele, puede ser la verdad que nos vende el poder detrás del poder, puede ser la ilusión de bonanza en el estado capitalista, puede ser el sueño americano, puede ser la religión. Y sobre cada una de esas cosas podría escribir un post al respecto. Pero las sombras, o esa «realidad disminuída», ese mero recorte distorsionado de la realidad, puede ser muchas cosas más. Uno podría salir por la metafísica y empezar a cuestionarse si en realidad la alegoría no puede llevarse a pensar si las sombras no son nuestra concepción de la realidad física, y si no hay algo más allá, etc. Más aún… por qué salir de la caverna implicaría conocer la verdadera «realidad»? Y si afuera no es mas que una caverna más grande? Y si la «otra» realidad la más abarcativa, también es una ilusión? Y si uno está pelando una cebolla infinita pero desde adentro?

Hasta acá no escribí nada nuevo. Estas cosas y estas preguntas y estas interpretaciones se deben haber escrito 8529038520394 veces.

Ahora, en algún punto, todos vivimos en la caverna. Algunos en más aspectos que otros, pero, dado que nadie puede decir que tiene un acceso «VIP» a la «realidad», en algún que otro punto todos estamos en algún tipo de caverna. Pero algunos más que otros.

Y ahora diverjo.

Mucha gente está en la caverna mirando las sombras. Qué son las cadenas? Qué es lo que nos mantiene atados y no nos deja «acceder a algo más»? Obviamente que hay de todo, hay gente que puede tener una discapacidad, o gente que está muy pero muy muy limitada en cuanto a recursos. Un chico que nace en Sierra Leona, que tiene una esperanza de vida de 45 años (la más baja de todo el mundo), seguramente tiene cadenas físicas muy pero muy reales que no le permiten acceder a algo más. Y eso es terrible. Es terrible, terriblemente injusto que eso pase. Esas son cadenas físicas reales. Y seguramente una persona promedio de latinoamérica vs una persona promedio de Noruega o Finlandia también tenga cadenas mucho más reales en algún aspecto o en otro.

Pero cuando no hay impedimentos externos tan pero tan marcados? Las cadenas es el dinero? La falta de plata o de recursos económicos es lo que hace que la gente no pueda salir de la caverna? Las cadenas es la educación? Esas cadenas… acaso las cadenas son nuestros sentidos y la capacidad de percibir el mundo? Las cadenas serán los mandatos de mamá y papá? Será la novia? Las cadenas serán el catálogo de las decisiones mal tomadas? Qué son las cadenas? Qué es lo que nos mantiene quietos? Qué es lo que nos mantiene atados? Los vínculos? El afecto? Las responsabilidades? El miedo? Cual es la imposición? Qué es lo que no nos permite salir de la caverna? Yo llegué a la conclusión de que mis cadenas… soy yo. Cada uno sabrá (o tendrá que buscar en su fuero íntimo) en qué porcentaje eso le cabe a cada uno, pero estoy seguro de que hay una contribución no menor en cada persona de sí mismo a sus propias cadenas. Y darse cuenta de eso trae dos consecuencias inmediatas: La primera es que uno deja de echarle la culpa al jefe, a la infancia, a mamá y papá, a la novia, y uno se empieza a hacer cargo de uno mismo. Porque, en el fondo, las cadenas es uno. Y automáticamente viene la segunda consecuencia: En un acto emancipatorio uno puede proceder a sacárselas y transitar hacia algo más, hacia lo desconocido, hacie el Sol. Y si ese «algo más» al que voy es simplemente una caverna más grande? La verdad que poco importa, en este caso no creo que importe llegar al quid de la cuestión, lo importante es estar en tránsito y no dejarse a sí mismo ponerse las cadenas.
Obvio que en algún punto de la vida las cadenas son externas, pero tal vez sea un poco como la fábula del elefante y la estaca. La misma dice que un elefante de circo es encadenado desde muy pequeño a una estaca y trata de liberarse pero no puede. Fast forwards muchos años, y el enorme elefante sigue ahí, atado a la diminuta estaca que estuvo atado toda su vida: ya dejó de intentar, siempre que trató, no pudo. Y ahí está, inmóvil en su caverna. No conoce nada mas que el circo, y su vida se redujo a eso. Si quisiera escaparse podría irse caminando, ya no es la estaca la que lo detiene. Pero dejó de intentar y él no lo sabe. Él es su propia estaca. Muchas de nuestras cadenas son estacas de elefante.

Hetfield. A este tipo le tengo particular afecto porque en las letras de las canciones suele ponerse personal y purga sus demonios. Obviamente tiene sus detractores y críticos. Poco me importa. Todavía me acuerdo de la primera vez que escuché Load (disco que la gente suele odiar). Y entre todos los temas siempre hubo uno en particular que me gustó mucho que se llama «Bleeding Me». Hetfield, a su manera, y hablando en realidad de sus demonios (básicamente su adicción al alcohol), lo dijo y lo resumió mucho mejor que yo: Él es la bestia que alimenta a la bestia. Él es su bête noire.

I’m diggin’ my way
I’m diggin’ my way to something
I’m diggin’ my way to somethin’ better

I’m pushin’ to stay
I’m pushin’ to stay with something
I’m pushin’ to stay with something better

I’m sowing the seeds
I’m sowing the seeds I’ve taken
I’m sowing the seeds I take for granted

This thorn in my side
This thorn in my side is from the tree
This thorn in my side is from the tree I’ve planted

It tears me and I bleed
And I bleed

Caught under wheel’s roll
I take the leech I’m bleeding me
Can’t stop to save my soul
I take the leash that’s leading me
I’m bleeding me
I can’t take it
Caught under wheel’s roll
The bleeding of me
Of me
The bleeding of me

Caught under wheel’s roll
I take the leech I’m bleeding me
Can’t stop to save my soul
I take the leash that’s leading me
I’m bleeding me
I can’t take it
Caught under wheel’s roll
The bleeding of me
The bleeding of me

I am the beast that feeds the beast
I am the blood, I am release
Come make me pure
Bleed me a cure
I’m caught, I’m caught, I’m caught under

Caught under wheel’s roll
I take thay leech I’m bleeding me
Can’t stop to save my soul
I take the leash that’s leading me
I’m bleeding me
I can’t take it, I can’t take it, I can’t take it
The bleeding of me

Come on
Bleed me

I’m digging my way
I’m digging my way to something
I’m digging my way to something better

I’m pushing to stay
I’m pushing to stay with something
I’m pushing to stay with something better

With something better

Todos, en algún punto, alimentamos a nuestra bestia. Yo también soy la bestia que alimenta a la bestia. Yo soy mi bestia negra. Pero ya no la alimento.

El recorte

I can see by your grin
That you’re trembling within
It’s all over town, cheer down
And the smile on your face
Is sometimes out of place
Don’t mind, no frowns, cheer down.

If your hair should fall
If your shares should crash
You’ll get by even without getting a rash

There’s no tears to be shed
I’m gonna love you instead
I want you around, cheer down.

When your teeth drop out
You’ll get by even without taking a bite

If your dog should be dead
I’m gonna love you instead
The world loves a clown, cheer down.
I want you around, cheer down

Era capo Harrison eh…

La muerte angustia por muchas cosas. Angustia porque no sabemos cuando llega, porque no sabemos si viene con dolor, porque no sabemos qué hay después, o efectivamente sabemos que no hay nada y eso nos angustia aún más. Nos asusta la ausencia. Nos asusta la carencia. Eso nos angustia. Pero hay un motivo más por el que angustia: La conciencia de finitud.

Y con esto no me refiero a que nos hacemos conscientes de que somos «finitos en el tiempo». Eso, a menos que uno crea en la reencarnación o similar, es casi una obviedad. Si no que somos finitos en tiempo frente al catálogo de las posibilidades. El embudo: esa concepción de que a medida que crecemos, tomamos una decisión, y esa elección angustia porque las decisiones que hoy tomo van cerrando posibilidades a futuro, porque si hoy ya decidí ser carpintero no voy a poder ser médico, o si hoy decidí casarme con esta ya no puedo estar con las otras, o si hoy decidí echar raíces acá no voy a mudarme allá… esa sensación de que en el instante de cada elección, lo que dejamos afuera siempre es más chico que el recorte que hacemos de nuestras propias elecciones, y por lo tanto el abanico se achica, el menú se hace cada vez más escueto… Esa angustia existe. Es real, la he transitado. Algunos la transitan para siempre. Otros se dan cuenta de que ese embudo es casi una construcción mental que uno mismo se hace, para agravar y paralizar cualquier decisión. Quién dijo que lo que hoy no elijo no lo pueda elegir mañana? Igual es cierto que eso no corre para todo, porque cuando tenga 60 años si «de repente» quisiera elegir ser futbolista, ahí sí, sería sencillamente imposible (más si considero lo malísimo que soy hoy!).

Y qué? Y entonces hay que angustiarse porque, por ejemplo, nunca voy a ser jugador de fútbol profesional? Si nunca me gano el Premio Nobel? Si la cosa no funciona con tal o cual chica? Igual en este último aspecto quiero creer que hay revancha… En fin. Algunas cosas ameritan más angustia que otras, sí. Pero hoy, por ejemplo, lo que tengo por delante tiene más apariencia de abanico que de embudo, ya que empecé a hacer una cantidad de cosas infinitamente distintas que nunca había ni imaginado. Así que hay tiempo. Pero no alcanza para todo. Hay muchas cosas que nunca voy a hacer. Muchas cosas que nunca voy a ser. Y? Y lo que pienso al respecto es al mismo tiempo reconfortante y perturbador. Nietzsche se planteó qué pasaría si todo lo que hiciéramos, todo lo que decidimos, todo lo que hacemos ahora en este instante, se fuera a repetir para siempre en la eternidad. Si eso que yo hago ahora, eso que estoy por decidir, terminara resonando para siempre en los ecos de la eternidad. El eterno retorno de lo idéntico. Si supiéramos que ese impulso, eso que estoy por hacer, estoy condenado a hacerlo y repetirlo por toda la eternidad, lo terminaría haciendo? O sería una carga tan pesada que tal vez lo haría distinto? (Si lo hago distinto, siempre lo hice distinto, y siempre lo haré distinto).

Creo que al famoso recorte de opciones más que verlo como una tragedia se lo puede ver por la positiva. Sí, soy un catálogo muy pequeño de cosas hechas, frente al catálogo de infinitas posibilidades que dejé, voy dejando, y seguiré dejando afuera. Pero y si fuera inmortal? Si fuera inmortal y tuviera el tiempo suficiente para no hacer ningún recorte, para hacerlo todo. Si yo, y usted, y todos fuéramos inmortales. Y nadie jamás estuviera sentenciado a hacer ningún recorte, porque sería meramente cuestión de postergar las cosas. Hoy hago esto, pero mañana hago eso otro. Y es cuestión de tiempo para ir alargando y alargando mi catálogo de las cosas hechas. Cuál sería el sentido de eso? Más aún, tendría sentido el que debe ser el mayor placer de la humanidad, ver crecer un hijo? Si todos fuéramos todo, qué nos haría… nosotros mismos?

Creo que en algún lugar ya cité una párrafo de Demian en el que Hesse dice: «Pero cada hombre no es solamente él; también es el punto único y especial, en todo caso importante y curioso, donde, una vez y nunca más, se cruzan los fenómenos del mundo de una manera singular. Por eso la historia de cada hombre, mientras viva y cumpla la voluntad de la naturaleza, es admirable y digna de toda atención.» Entonces, tal vez más tremendo que el peso de repetir una y otra vez la elección en el infinito es… ese recorte que yo hago, ese recorte, es quien soy. Ese recorte es, en definitiva, la construcción póstuma, post-factum de mi identidad. Mi identidad como una consumación, como la realización en el punto final, en el último suspiro, en el final del catálogo, en la imposibilidad de agregar algo más a la lista. En ese punto final, queda consumado quien fui. No sé quien soy hoy, pero para cuando termine, podría ser definido como el recorte de todo lo que fue sí y fue no. Obviamente que ni yo ni nadie va a poder documentar eso, ni de mí, ni de nadie. Pero en definitiva, hay algo más poético y reconfortante en ese supuesto embudo. No es tanto una cuestión de angustiarse de todo lo que uno no hizo. Es cuestión de celebrar esa escultura que uno va moldeando, recortándola a partir de una piedra infinita, para terminar con una escultura pequeña, pero singular. Uno mismo. Y algunos pensarán que lo más importante de ese viaje corto, es llevarse todo lo posible. Llevarse emociones, sonrisas, recuerdos. Pero a donde? A donde se lo llevan? Otros pensarán que más importante es dejar algo para el resto. Yo hoy creo que it’s a little bit of both. Hay que disfrutar, pero hay que hacer un recorte que sea trascendente y no no ser un simple ave de paso por esta vida. Y por sobre todas las cosas, aprender a y disfrutar de, pasar la antorcha. En definitiva, la vida sigue, porque todo es un proceso.

Eros (o el nacimiento del amor)

I was dreaming of the past

And my heart was beating fast

Qué lástima que uno procese cosas a destiempo. Que entienda cosas a destiempo. Que el tiempo en el que se mueven las cosas, el tiempo físico, a veces esté tan a contramano del tiempo que uno necesita para procesar y ver y entender cosas. A veces el desencuentro es con el otro, y a veces el desencuentro es simplemente con uno mismo. Uno no se encuentra con sí mismo, no se entiende a sí mismo. Obvio, en ese caso ¿cómo podría uno en ese instante encontrarse con el otro? entenderse con el otro?. Y a veces esa es la tragedia del amor. El desencuentro.

Pero eso es hablar de cómo termina el amor (termina el amor?). Pero no dice nada de cómo nace. Hay muchas versiones de cómo nace. Pero hoy me voy a ir por la diagonal y remitirme a la que más me gusta. Cuenta la leyenda (en realidad, cuenta Platón, y yo la voy a deformar a conveniencia) que los dioses estaban en un banquete en honor a Afrodita. Y todos los dioses estaban invitados a la fiesta. Todos menos uno: Penia. Penia era la personificación de la pobreza, de la necesidad. Siempre marginada, no había sido invitada a la fiesta.

En la fiesta todos se embriagaron con nectar, y uno de los diosos, Poros, en un momento se retiró. Poros, el dios del ingenio, de la abundancia de recursos (no de recursos materiales, si no de los medios para lograr algo, de la utilidad), se tiró panza arriba afuera de la celebración. Penia, tal vez por odio, tal vez por venganza, tal vez por aprovecharse de la situación, tal vez simplemente porque lo confundió con un pobre como ella, lo violó (habrá que ver qué dice Freud al respecto, seguro dijo algo pero lo desconozco). Lo violó, y engendró un hijo: Eros. Eros, siempre siguiendo a Afrodita por haber sido concebido en un día consagrado a ella. Eros, siempre carente y necesitado, a causa de su madre. Siempre en la búsqueda y tratando de conseguir lo que carece, a causa de su padre.

Y ese es el origen del amor. Siempre en la búsqueda de eso que no tenemos, y que nunca vamos a poder obtener, pero que nos llama a seguir buscando. Tal vez a veces nos pasa por al lado y no lo vemos. Tal vez a veces lo encontramos y no lo tomamos. Tal vez a veces lo tomamos y lo dejamos ir. Tal vez a veces lo tomamos e increíblemente después lo echamos. Tal vez a veces nosotros lo encontramos pero el otro no lo encontró en nosotros. Tal vez veces hay final feliz. Tal vez siempre es igual, siempre es perseguir la carencia. Tal vez… tal vez a veces pasa que lo tenemos y nos sentimos completamente confiados, y ya no sentimos la carencia. Y se estropea. Y a veces estamos completamente desconfiados y nos la pasamos desplegando a Poros para constantemente tratar de (re)conquistar, hasta el cansancio. Tal vez el secreto es el balance, siempre estar un poco carente, siempre estar tratando de conseguirlo. Tal vez uno se da cuenta tarde.

Pero uno aprende.

Viejo y gordo sol

Hoy es solo compartir esta bonita canción.

When that fat old sun in the sky is falling,
Summer evening birds are calling.
Summer’s thunder time of year,
The sound of music in my ears.
Distant bells,
New mown grass smells so sweet.
By the river holding hands,
Roll me up and lay me down.
And if you sit,
Don’t make a sound.
Pick your feet up off the ground.
And if you hear as the warm night falls
The silver sound from a time so strange,
Sing to me, sing to me.
When that fat old sun in the sky is falling,
Summer evening birds are calling.
Children’s laughter in my ears,
The last sunlight disappears.
And if you sit,
Don’t make a sound.
Pick your feet up off the ground.
And if you hear as the warm night falls
The silver sound from a time so strange,
Sing to me, sing to me.
When that fat old sun in the sky is falling,
Summer evening birds are calling.
Children’s laughter in my ears,
The last sunlight disappears.

No es tan viejo… y de tamaño, es lo que es.

Forwards (o el rugido incesante)

Little fun fact. En 2007, después de un chiquillón de años, Led Zeppelin se juntó para tocar un concierto. Page, Plant, Jones y el hijo de Bonzo aparecieron en el escenario y tocaron un recital que, si bien tiene algún que otro punto bajo (estoy mirando al solo de Stairway), fue memorable por muchas, muuuchas, muuuuuuuuchas razones, como Kashmir, Trampled Under Foot o No Quarter.

Después de ese recital, la gente pensó que vendrían más. Se habló de una gira de 2 años, de un contrato de mil millones de dólares (sí, leyó bien), y no sé cuántas cosas más. Y Page, Jones y Bonzo Jr. estaban de acuerdo. Pero Plant no.

Durante años después de ese concierto los persiguieron por todos lados para saber qué había pasado. Que Zeppelin había ensayado con otros cantantes, que sí querían, que no querían, que Page no podía tocar más, que los ensayos sí, que los ensayos no, etc. Hasta que el año pasado quedó bien pero bien clarito que el motivo por el que no se juntaron fue Plant, que en una declaración dijo, primero refiriéndose a su nueva banda y después a una potencial reunión con Led Zeppelin:

«We’ve been all around the world, setting places on fire and it’s so much better to do that than to bathe in the tepid bathtub of old hits. […]Do you know why the Eagles said they’d reunite when ‘hell freezes over,’ but they did it anyway and keep touring?” he asks. «It’s not because they were paid a fortune. It’s not about the money. It’s because they’re bored. I’m not bored.»

Hay que tener las pelotas recontra bien puestas para eso. La seguridad, el confort de lo conocido. El éxito asegurado. El llamado calentito y complaciente del backwards. Reconfortante como una canción de cuna. Pero no.

En 1969, Plant dice en «Thank You», una de las canciones de amor más lindas de la historia:

If the sun refused to shine, I would still be loving you.
When mountains crumble to the sea, there will still be you and me.

En 2014, 45 años después, en «Pocketful of Golden» del disco «Lullaby and… The Ceaseless Roar», ya desde otro lado, reflexiona:

And if the sun refused to shine
Upon my island home
And darkness fell upon the earth
And once again walk alone

I have pockets full of golden
A little more with every day
Inside my coat a silver lining
Who knows the price I have to pay

No sé a dónde lleva. No sé a dónde apunta. No sé a dónde va. Pero…

Forwards

Backwards

Esto es muy breve, pero merece ser escrito: Recién estaba mirando posts viejos, y me di cuenta que hay uno sobre una canción de Franz Ferdinand en la que el tiempo va hacia atrás pero visto desde la perspectiva de una relación, que lo escribí hace ya unos meses varios, y otro sobre el final de The Theory of Everything que… básicamente son lo mismo, pero en su momento era imposible saberlo y recién ahora me di cuenta. En la peli (spoilers) en la última escena empiezan a rebobinar (wind back the clock) hasta el momento en el que los dos se conocen, y todo pasa hacia atrás. Exactamente como la canción. Salvo que la película la vi después.

Lo loco es que, visto en reversa, pareciera que puse la canción en honor a la película. ¿Me estaré moviendo hacia atrás y no me di cuenta? Hay evidencia contradictoria, indicios de que voy hacia adelante a terreno inexplorado, pero también de que voy hacia atrás. Tal vez revisitar lo anterior desde una perspectiva distinta también forma parte de lo nuevo. Tal vez es autoengaño.

Trance

No deja de asombrarme cómo es que pequeñas cosas pueden influir en grandes cosas. Woody Allen lo muestra en varias de sus películas, como Match Point. A veces se da que, en ciertos momentos, eso que uno dice o hace, ayuda a que la moneda caiga para un lado o el otro y luego un efecto amplificador hace que esa pequeña cosa dicha o hecha repercuta y reverbere, tal vez para siempre. Y no, no me refiero el rol del «azar» (suponiendo que tal cosa exista), si no a que, al menos en mi caso, en el momento justo exactamente antes de decir o hacer eso, dudo, pienso, me cuestiono, porque me doy cuenta que estoy en un momento en el que eso que esté por decir o hacer va a producir una bifurcación de resultados posibles. Y lo que «decide» qué camino se transita, generalmente está determinado por la reacción del otro. A veces pienso que en este aspecto no soy muy afortunado porque «casi nunca ocurre lo que quiero», pero después lo vuelvo a pensar y ya no estoy tan seguro de eso.

Y después hay momentos como estos, en los que en vez de ser el ratón en el laberinto, miro el laberinto desde arriba y pienso «no, no tendría que haber dicho esto» o «tendría que haber hecho tal cosa». Y si bien da una sensación de omnipotencia e hiper-control cuasi-satisfactoria tener una visión de la vida «mirando-al-ratón-en-el-laberinto», cada vez estoy encontrando más placer en dejar de evaluar todo y simplemente ser el ratón y darme el lujo de cada tanto perderme en un laberinto que obviamente tiene salida, que obviamente es sencilla, pero eso es fácil decirlo mientras no se transita. Nunca es tarde para aprender que hay belleza en perderse en el tránsito, en confundirse y equivocarse y simplemente vivenciarlo.

Intempestivo

Recién venía caminando a la madrugada. No es luna llena pero casi. Pensé que podría estar acá, allá, que incluso si quisiera algún día podría estar en la luna. Pero no importa, pensé, porque donde esté igualmente me faltaría algo. No tiene sentido, pero lo pensé.