Trance

No deja de asombrarme cómo es que pequeñas cosas pueden influir en grandes cosas. Woody Allen lo muestra en varias de sus películas, como Match Point. A veces se da que, en ciertos momentos, eso que uno dice o hace, ayuda a que la moneda caiga para un lado o el otro y luego un efecto amplificador hace que esa pequeña cosa dicha o hecha repercuta y reverbere, tal vez para siempre. Y no, no me refiero el rol del «azar» (suponiendo que tal cosa exista), si no a que, al menos en mi caso, en el momento justo exactamente antes de decir o hacer eso, dudo, pienso, me cuestiono, porque me doy cuenta que estoy en un momento en el que eso que esté por decir o hacer va a producir una bifurcación de resultados posibles. Y lo que «decide» qué camino se transita, generalmente está determinado por la reacción del otro. A veces pienso que en este aspecto no soy muy afortunado porque «casi nunca ocurre lo que quiero», pero después lo vuelvo a pensar y ya no estoy tan seguro de eso.

Y después hay momentos como estos, en los que en vez de ser el ratón en el laberinto, miro el laberinto desde arriba y pienso «no, no tendría que haber dicho esto» o «tendría que haber hecho tal cosa». Y si bien da una sensación de omnipotencia e hiper-control cuasi-satisfactoria tener una visión de la vida «mirando-al-ratón-en-el-laberinto», cada vez estoy encontrando más placer en dejar de evaluar todo y simplemente ser el ratón y darme el lujo de cada tanto perderme en un laberinto que obviamente tiene salida, que obviamente es sencilla, pero eso es fácil decirlo mientras no se transita. Nunca es tarde para aprender que hay belleza en perderse en el tránsito, en confundirse y equivocarse y simplemente vivenciarlo.

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